domingo, 23 de agosto de 2009



Las ramas de los matorrales, abrasadas, retorcidas, en un intento de escapar del fuego que escalaba montañas arriba, terminando con todo lo que encontraba a su paso: pinos, arbustos, y sobre todo robles, y los inestimables castaños y cerezos que aportan la riqueza a la comarca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario