domingo, 23 de agosto de 2009






Y aunque este sea el paisaje que vean los vecinos de El Arenal cuando miren hacia sus vecinos de Villarejo, que recuerden (como me dijeron ayer citando la famosa película de los dinosaurios): "La vida siempre se abre camino".


En el suelo no quedaba otra cosa que roca ennegrecida con la ceniza y los restos de los árboles (y los espíritus) muertos, que contrastaban con el dorado de los asados arbutos resecos.


Las ramas de los matorrales, abrasadas, retorcidas, en un intento de escapar del fuego que escalaba montañas arriba, terminando con todo lo que encontraba a su paso: pinos, arbustos, y sobre todo robles, y los inestimables castaños y cerezos que aportan la riqueza a la comarca.




La vista desde lo alto del puerto de El Pico ya dejaba ver todo el desastre que se ocultaba entre los pliegues del valle, y que consistía en un terreno completamente calcinado.
Pues parte del día de ayer se dedicó a visitar la comarca de los amigos de El Arenal, para conocer de primera mano el estado en el que había quedado la zona tras el incendio del pasado mes de Julio.

De camino, hacia el Valle:

viernes, 21 de agosto de 2009